El doloroso peregrinaje de una familia con adictos a la pasta base.

Padre denuncia falta de institucionalidad para atender a los adictos y poca represión policial de las bocas “que toda la ciudad sabe donde funcionan”.

Harto de tanto sufrimiento familiar, salió a pedir que las autoridades “asuman su responsabilidad” en el combate y tratamiento de este flagelo.

Andrés Mendoza tiene 60 años y conoce de drogas como la marihuana porque lo vivió “desde adentro”, pero dice que la pasta base se aproxima al infierno. Causa estragos en el cerebro y mata de a poco. Él lo vive con su hijo de 24 años y con otros tantos jóvenes que andan deambulando por las calles de Fray Bentos.  

“Uno de mis hijos consume pasta base desde hace unos años, yo conozco todo el proceso, más o menos la problemática desde adentro en una ciudad como Fray bentos donde siempre estamos mirando para afuera y barremos para adentro. Ahora mismo hay chiquilines internados y otros que se han suicidado. Es como un camino al infierno, para los propios jóvenes, para los padres y para la familia” sostuvo Mendoza.

Entiende que como se trata de un problema relativamente nuevo “los padres fundamentalmente de familias humildes, no saben qué hacer. Encima, la sociedad no entiende y visualiza a estos jóvenes como algo horrible hasta como un zombi y terminan mirando para un costado tratando de ignorar el problema”.

Sostiene que el sistema no ayuda algo que pudo comprobar visitando la cárcel de Mercedes, “donde la mayoría de los jóvenes están presos durante cinco años por robar para consumir (delito de rapiña), mientras que el vendedor insólitamente está uno o dos años”.   

EFECTOS. “Es horrible, la pasta base los descerebra y quienes no logran buenos tratamientos quedan mal para toda la vida, y por lo general terminan suicidándose. Esta realidad es muy dura, para la familia es todo un suplicio” reconoce el padre de un joven drogadicto. 

Ante una situación de este tipo, dijo que lo primero que hay que tener “es una fortaleza impresionante, porque te roban una cosa, te sacan otra. Es algo normal que te saquen todo, y si los padres no tienen carácter, imagínate. Hay gente a la que los hijos les han desbalijado la casa” dice con preocupación e impotencia.

CAMINO. En Fray Bentos, donde aún no funciona el dispositivo Ciudadela, los padres deben recurrir a un psiquiatra para que le expida una orden de internación compulsiva. Luego tiene que ir a la policía a pedir ayuda para que trasladen al joven que se encuentra “al borde de la locura y es capaz de todo”.

“Imagínate el que no tiene medios el tiempo que pierde yendo de un lado a otro. En momentos sumamente angustiantes, un minuto es un año” dice. Posteriormente en lugar de contenerlo en un lugar apartado, los exponen “ingresándolos esposado a la emergencia del hospital donde hay niños y otras personas con problemas bien diferentes”.

TRATAMIENTO. Destacó el trabajo de las enfermeras que luego los reciben en sala de psiquiatría. “Estoy orgulloso por el trabajo que cumplen y el cariño que ponen, haciendo mucho más de lo que pueden porque es un lugar pequeño y no está en las mejores condiciones para cuando llegan este tipo de pacientes” y criticó a la dirección del hospital “porque hasta para meter a un chiquilín en el cuarto, no tienen seguridad propia y deben recurrir a la policía”.

Pero lejos de rehabilitarse, Mendoza cree que la atención que se ofrece en Fray Bentos “solo sirve para aplacar la euforia del momento y nada más que eso porque no se cuentan las herramientas necesarias; para empezar, un lugar adecuado donde salgan del tratamiento y hagan una terapia o algo, que no estén todo el tiempo empastillados porque después que reaccionan terminan recayendo”.

IMPUNIDAD. Sostiene que en Fray Bentos es evidente el caso de algunos individuos que venden pasta base. “No sé cuál es el problema con la impunidad que hay acá, en una ciudad pequeña como esta donde nos conocemos todos” reflexionó sobre la indiferencia oficial. Sostuvo que más de un vendedor de pasta base “anda en buen coche y buena vida, entonces los demás lo miran y empiezan a vender lo mismo”.

¿Cuantos policías viven en el barrio Las Canteras? (barrio periférico de Fray Bentos) No tengo idea, pero más de siete han de vivir, con eso está todo dicho y advirtió que esto “hace poco que empezó y no va a terminar. Si no matas al perro, la rabia se va contagiando” dijo visiblemente indignado.

MERCEDES. Hace pocos días un joven adicto escribió una carta que publicó AGESOR de Mercedes. “Si se combatiera la pasta base no habría robos porque no hay una sola persona que robe para comer. Es lamentable lo que hace la policía, como les avisan (a las bocas) cuándo hay una orden de allanamiento para que saquen las cosas” contó el joven.

Explicó que un kilogramo de pasta base cuesta en Paysandú, alrededor de 150 mil pesos dependiendo de la calidad. El que compra un kilo, vende de a 5 o 10 gramos a la bocas para lo que ellos le llaman “chasquiar”. Una tiza de 10 gramos vale 2400 pesos. “Se ralla con un colador de leche y se cortan papeles cuadrados y se les echa lo suficiente para una o dos  pitadas; luego ese papel se cierra y se le pone un pedacito de cinta aisladora para terminar de armar el chasqui. Con una tiza de 10 gramos la boca hace entre 80 y 100 chasquis de 50 pesos cada uno” escribió el joven.

Contó que en una boca de Mercedes se puede vender cinco mil pesos en 2 o 3 horas, con una ganancia de 2500 pesos. “Es por eso que es tan buen negocio y por eso hay tanta gente destruida por esto”.

Contó que empezó a fumar con un amigo por diversión y hoy está arruinado. En el camino robó muchas veces, estuvo preso, perdió su novia y se declara “muerto en vida”.

 “Hoy soy una persona que está solamente para eso, mi amigo está igual, me he internado varias veces, he dicho nunca más pero es salir y siempre lo mismo. Sólo la persona que consume pasta base sabe el infierno que vive. Yo no soy dueño de poder ir a un baile, de tomarme una cerveza, de salir a divertirme, toda mi vida cambió de un momento a otro. Era una persona feliz, trabajaba, estudiaba y tenía condiciones para muchas cosas pero lo perdí todo” dijo en un momento de lucidez en el que tomó la computadora de sus padres para escribir su testimonio.

“Tenía una novia que me adoraba y yo a ella, pero también la cansé, le vendi cosas hasta que un día se cansó de luchar y me dejó. Les he robado cosas a mis padres, a mis tíos, a mis abuelos, he robado en la calle. Como yo hay muchas personas que no eran así, fue la pasta base que los transformó, que les cambió su vida. Esta maldita droga, fabrica delincuentes, porque cuando se termina salís a buscar plata como sea y no te importa nada”.

Pidió que las autoridades, en especial la policía haga algo para frenar el “flujo” de jóvenes que ingresan al consumo. “Que nunca les dé por probar esta porquería, porque todos los sueños que tenía, los planes para un futuro, se acaban. Yo ya no tengo sueños, hoy con 28 años todo eso lo perdí y lo peor de esta droga es que no te mata, te deja muerto en vida. No conozco a nadie que haya muerto por fumar pasta base, pero creo que a veces es mejor morir, antes que estar así” reflexionó el joven mercedario. 

POLICIA. Jefatura de Policía de Río Negro informó que que en 2014, fueron intervenidas 30 personas de las que 12 terminaron en prisión por estar vinculadas al narcotráfico.  Incautaron 17 kilogramos de pasta base y cocaína y 2 kilogramos de marihuana. 

Luego de la denuncia de Andrés Mendoza, autoridades de la salud informaron que en aproximadamente un mes podría estar funcionando en Fray Bentos el dispositivo Ciudadela, que la Junta Nacional de Drogas ha puesto en funcionamiento en varios departamentos.