El narcotráfico saca ventaja en el litoral del país. Quienes trabajan en la frontera con Argentina, lo hacen en inferioridad numérica, tienen pocas armas, chalecos vencidos y encima están mal pagos. Quienes llegan con la idea de hacer un buen trabajo, se encuentran en poco tiempo en un ambiente desestimulante, donde las coimas en muchos casos forman parte de la rutina y terminan corrompiendo. Viven al borde de la pobreza pero tienen que luchar contra el crimen organizado que mueve millones.

Eso es lo que ocurre diariamente en el rio Uruguay, desde Nueva Palmira a Bella Unión. Un procedimiento exitoso se transforma rápidamente en noticia, pero lo cierto es que quienes trabajan sobre el rio binacional saben que todos los días, por los puentes o por el agua, alguien está pasando drogas, contrabando y hasta  traficando personas.  Las personas experimentadas en la lucha contra la delincuencia, separan el litoral en dos. Dicen que de Paysandú hacia el norte es más complejo el trabajo debido al componente de corrupción policial que “vende” los operativos y termina obstaculizando un buen resultado.    

Lejos de controlarse, el crimen organizado ha aumentado en la frontera de la misma forma que se percibe en Montevideo.

“Desde hace un tiempo  el crimen organizado ha aumentado considerablemente. Un claro ejemplo de esta situación es el fenómeno del sicariato que en Uruguay prácticamente no existía” admitió una fuente consultada. 

“Se han dado  incautaciones importantes que implican la participación de individuos de diferentes nacionalidades, algunos de los cuales tienen establecido domicilio en el país y eso significa que se están estableciendo de a poco” advirtió.

Explicó que en el río Uruguay, el contrabando y narcotráfico “se realiza mediante la utilización de lanchas rápidas de origen argentino o pescadores uruguayos que usan esta pantalla para ingresar contrabando o estupefacientes”. 

La Armada en general y la División de Investigaciones de Prefectura (DIVIN) en particular tienen registrados decenas de procedimientos en este tipo. Justamente la falta de controles abona un espacio donde la delincuencia se siente como pez en el agua.  

“A mi entender, la ruta del contrabando es la misma que se utiliza para la droga. Normalmente  es el mismo pasador” indicó la fuente consultada.  “Como no todos los paquetes de ropa que se cruzan son para un único contrabandista, un procedimiento habitual  es “embagayar” los bultos donde viajan miles de prendas con algo de droga” explicó el funcionario que pidió no ser identificado por obvias razones. 

Entre 2015 y lo que va de 2016, se han realizado operativos que han  logrado incautar más de 3 millones de dólares en mercadería. 

Los puntos de contacto. En Colonia, los puntos de “contacto” se originan en balneario Zagarzazú, Carmelo y en Nueva Palmira. En Soriano, “una zona con permanente problema es la Playa de la Agraciada”. En Río Negro, el puente San Martin es lugar de permanente tráfico. Más personal y perros rastreadores, multiplicarían los resultados conocidos hasta ahora. El sur del balneario Las Cañas, es otro punto en la mira, sin descuidar las zonas de islas entre Nuevo Berlín y San Javier donde hay poco control, incluso a veces se quedan sin bote o combustible para salir a navegar. 

“En esos pueblos, algunas veces hay un solo milico que ante un movimiento raro opta por mirar para un costado de forma de no comprometerse. No tiene apoyo, está desestimulado y encima su familia tiene que convivir con esos vecinos durante todo el año. No es fácil” reconoció el funcionario entrevistado para este informe. 

En Paysandú, las rutas identificadas están a la altura de Casablanca y San Francisco frente a Colón.

“Entre Salto y Bella Unión, se da en cualquier parte por lo estrecho del río. Hay pocos controles y uno de los motivos son los escasos medios que tenemos. Nuestras lanchas no son acordes ya que los “trackers” argentinos son mucho más rápidos”.

Antes de cruzar, los delincuentes se cuidan de prefectura Argentina que tiene presencia en el río de forma permanente de la misma manera que a los gendarmes se los ve instalados en las rutas de ese país. No ocurre lo mismo del lado uruguayo. 

“En algunos lugares hay un solo marinero o policía en el destacamento. El armamento que tenemos son pistolas y en alguna Prefectura con suerte puede haber algunas escopetas mientras los pasadores se manejan con rifles de caza de mayores calibres: 25-06 ,30-06, 308 y 7.62 cualquiera de ellas pasan un chaleco antibalas. Encima los nuestros están vencidos y desde hace años no nos dan. Seguramente como todo, cuando maten un marinero la cosa cambiará” indicó el funcionario que advirtió que en la zona norte es más complejo el accionar porque “allí está la pesada y encima hay ciertos niveles de corrupción”.  

“Hay que tener en cuenta que un marinero percibe 13 mil pesos de salario por la misma función que un policía. Con este panorama  es difícil trabajar” admitió. Aun así, cada tanto se dan golpes al narcotráfico como el caso de Bella Unión donde se descubrió un cargamento de 120 kilogramos de marihuana y 6 de cocaína o la droga de Fray Bentos que iba a con destino a Georgia.  

Prefectura informó que en Paysandú se incorporó una nueva lancha de casco de fibra de 27 pies, que permite patrullajes rápidos y control del tráfico marítimo. Esas unidades serán incorporadas paulatinamente a todas las prefecturas del litoral.     

En el espacio aéreo se detectan vuelos clandestinos “en virtud de que no hay control de la Fuerza Aérea Uruguaya y los radares no los alcanzan porque hacen vuelos rasantes. También se han detectado pistas clandestinas en campos con costas al río Uruguay, propiedad de extranjeros” informó el funcionario.   La frontera hace agua por todos lados.