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08 de December del 2015 a las 10:08 -
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Se realizó el reconocimiento en el Batallón Rincón

A la memoria de Roslik
Se realizó el reconocimiento en el Batallón Rincón

En la tarde del domingo, pasada las 15hs y bajo un fuerte sol casi 200 personas estuvieron presentes en calle 19 de abril, donde en el muro del batallón Rincón se descubrió una placa a la memoria de Vladimir Roslik. 

La ministra de Educación pública Maria Julia Muñoz, evocó a los médicos fallecidos en dictadura y lo que significó la muerte de Roslik en el contexto de la etapa final de la dictadura. En tanto el Intendente de Río Negro Oscar Terzaghi, consideró que "la muerte de Valodia (sobrenombre de Roslik) fue la más infame de la dictadura, ya que la dictadura sabía que tenía los días contados". Para Evangelio Núñez, integrante de la Comisión Pro DDHH, esto es parte de homenaje a Roslik, pero la verdadera justicia es cuando no haya más impunidad. Asimismo criticó a los ediles de la Junta Departamental, que en 31 años, no han puesto ni una calle con el nombre de Roslik. Para el integrante de la comisión de reparación Nicolás Pons,esto se seguirá haciendo en cada batallón, donde haya habido un muerto en la dictadura. 

Estuvo presente el vicepresidente del Sindicato Médico de Uruguay Alfredo Toledo, que remarcó que siempre desde el primer momento se buscó esclarecer lo sucedido en la muerte de Roslik. 

La gran ausente fue Mary Zabalkin, viuda de Roslik, que envió una carta explicando que le resulta doloroso venir a Fray Bentos porque si bien pasaron más de 30 años, para ella parece que fue ayer cuando la llamaron para decirle lo que habian hecho con su esposo. Remarcó en la carta que el verdadero acto de homenaje será cuando los que cometieron el crimen, paguen por ello. 

* La crónica de Roger Rodriguez, el segundo periodista en llegar a San Javier detrás de Roy Berocay (Reuters) para documentar el homicidio.

Fue el último homicidio de la dictadura y provocó la definitiva caída del régimen, que tuvo que negociar la reinstitucionalización del país. Los asesinos, el coronel Sergio Coubarrere y el médico Eduardo Sainz Pedrini, siguen impunes. Por años el caso estuvo amparado en la Ley de Caducidad y cuando fue finalmente reabierto se intentó clausurar con la proscripción. Incluso se llegó a “extraviar” el expediente judicial que aún no se ha archivado en forma definitiva.

Hace 30 años, con el fotógrafo Walter Crivocapich, fuimos enviados a San Javier por el semanario Convicción en el mismo momento en que el comandante de la División de Ejército III, general Hugo Medina, emitía un comunicado en el que justificaba el mortal operativo como una acción contra el terrorismo marxista internacional. Unos días antes habían ido los colegas Zelmar Lissardy (UPI) y Roy Berocay (Reuters), junto Efraín Olivera y Martha Delgado (Serpaj) y Fernando Urioste (Ielsur), quienes denunciaron aquella sospechosa muerte.

En San Javier pudimos respirar el miedo que se sufría y en Paysandú logramos hacer la primera entrevista a Mary Zavalkin, quien nos entregó un facsímil de la autopsia “oficial” que explicaba la muerte como un  “paro cardiaco”. Al releer hoy aquellos artículos, me sorprendo de la forma como debíamos escribir la noticia para decir que hubo un homicidio sin afirmarlo, y el riesgo que asumíamos, entrevistador y entrevistado, al hablar directamente sobre la tortura que Roslik ya había sufrido en 1980.

Volví a visitar la Colonia a principios y fines de los noventa. Una vez para asistir a uno de los Festivales musicales que se organizaron en recuerdo de Roslik y, otra, para escribir en Brecha sobre un Festival del Girasol en que se organizó una fiesta de productos tradicionales, coincidente con un aniversario del homicidio. No volví más, aunque siempre tuve en mi recuerdo a aquella gente en cuyos ojos comprendí tanto miedo y, luego, entendí tanta dignidad para superar el dolor.

Esta Semana de Turismo, viajaré al litoral y el miércoles 16 de abril, exactamente treinta años después, trataré de estar en San Javier. No esta prevista la realización de ningún acto recordatorio por Roslik. Mary Zavalkin vive en Paysandú y ha dedicado su esfuerzo al Hogar de Ancianos Valodia, donde recientemente se ha inaugurado una rampa para mejorar la calidad de vida de muchas personas mayores del pueblo. El recuerdo de Vladimir está diariamente en esa obra.

Llevaré cañas y curricas para alimentar la fantasía de algún dorado saltando sobre el río. Beberé kuas, ese exquisito licor de miel que hacen los rusos, y comeré algunos de sus platos tradicionales: el shaslik de cordero (brochette que pediré con poco picante), unas empanadas de cuyo nombre no me acuerdo, si hace frío un plato de borj (sopa de verduras) y de postre kisiel (de níspero) o piroj (de zapallo)... Y, antes de volver, le dejaré una flor a Vladimir, junto a mi compromiso de seguir buscando verdad y justicia.

Tomado del blog de Roger Rodriguez. 


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