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02 de January del 2023 a las 22:36 -
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Comerciantes piden “voluntad política” para evitar un mal mayor. 

El comercio del litoral languidece

Comerciantes piden “voluntad política” para evitar un mal mayor. 

El efecto de los precios en Argentina no merma y tanto Paysandú como Salto y Fray Bentos padecen una creciente fuga de capitales que va para largo

El efecto de los precios en Argentina no merma y tanto Paysandú como Salto y Fray Bentos padecen una creciente fuga de capitales que va para largo

Sin importar el día de la semana, la hora ni el momento del mes, los vehículos se acumulan en el paso de frontera que antecede al puente internacional General José Artigas sobre el río Uruguay, el que une Paysandú con la argentina Colón. La gente se aguanta esas tres, cuatro, cinco, seis horas de espera para cruzar, tanto en la ida como en el retorno. Al volver, filas de autos quedan sobre la ruta “en el otro lado”, esperando que la Prefectura vecina autorice el paso. Está prohibido aguardar sobre el puente.

En la capital sanducera, los funcionarios de Aduanas y Migraciones carecen de descanso. Por momentos, no todos los carriles se encuentran habilitados y la demora, y el tedio, se incrementan. Los controles de los aduaneros, aseguran algunos, no siempre resultan estrictos: se cuelan más de los cinco kilos habilitados y las declaraciones de Aduanas –esas que habilitan a pasar un surtido cada 15 días– suelen incumplirse. Las incomodidades, el aburrimiento, las trabas que puedan existir quedan aparte si más allá, a apenas diez kilómetros, existe un lugar en el que se puede comprar por muchísimo menos y se logra que el sueldo rinda por dos. Más aun en tiempos de fiestas navideñas.

La realidad se acusa compleja para los comercios con paso de frontera hacia Argentina. Así como en suelo sanducero, también en Salto y Fray Bentos. La nafta, los comestibles, los artículos de limpieza, la gastronomía, la estética, la perfumería son todos rubros afectados por el efecto argentino y su tipo de cambio, y va para peor. Los comerciantes no ven la luz al final del túnel.

“Medicamentos que salen igual en el otro lado, lo compran también ahí”, dijo con resignación Belkis Carlis, una de las dueñas de la farmacia Xelecta de Paysandú. En su despacho ubicado al final del salón, comentó a El Observador que lleva en el rubro tres décadas y que esta farmacia –junto a su socia María Emilce Cabrera– la comanda desde hace nueve años. En este sector, lo “más afectado es la parte de perfumería”, así como los productos de “venta masiva” como los desodorantes, los jabones o los champús. La dinámica ha estancado el negocio, que no se expande incluso en este diciembre, un mes típicamente zafral.

“Hay cosas que las vas manteniendo, pero no podemos crecer”, continuó. Carlis mencionó que han sostenido reuniones de “todo tipo”: con el Centro Comercial, con la Intendencia, ejemplifica. Pero nada. “Cero, no hay respuesta de ningún tipo”. Se sienten “un poco abandonados”. La clave está a “nivel político”, asentó.

“Sí, abandonados y desamparados, porque cada mes a los importes los tenés que pagar, te lo cobran igual y no te extienden la fecha, el plazo, para pagar. No hay ningún tipo de contemplación. Yo no veo que hagan nada absolutamente, acá todo el mundo está de brazos cruzados”, se quejó.

“Lo triste” será, señaló, cuando pasen “enero y febrero”. “Porque en diciembre hay un movimiento extra por las fiestas, y que tampoco fue lo que se esperaba. Se llevó a cabo un plan de descuentos, siempre sacrificando los porcentajes de ganancia. Así mismo no cumplió con las expectativas. Le buscas la vuelta, con las tarjetas, con los descuentos, y ni así se mueve. No hay manera. Se repone lo justo y necesario. Vas pisando suavemente a ver lo que pasa”, ahondó con aun más resignación.

Y esa “diferencia cambiaria abismal” y que no pueden “manejar” lleva al comerciante de frontera a un estado de sobrevivencia. El panorama resulta penoso. “Vos podés sobrevivir unos meses, pero esto va para muy largo. En abril hará un año que estamos así”, añadió Carlis en relación a la reapertura de las fronteras tras la pandemia del covid-19. “No lo vamos a poder resistir y tendremos que empezar a mandar al seguro, cosa que no queremos. Es una crónica de una muerte anunciada”.

La fidelidad de sus clientes es lo que los está “salvando” por el momento, en un sector, el farmacéutico, que nunca había estado “tan bajo como ahora” en la ciudad. “Pero no solamente la farmacia, es la economía de Paysandú porque esto es una cadena que nos afecta absolutamente a todos. Porque el dinero se va para otro lado y esa es la triste realidad. Todo el mundo consume todo del otro lado, y no solamente lo de farmacia: también estética, alimentos, nafta, etc”, subrayó. “Lo que pasa acá es que no hay controles en la frontera. Todo el mundo lo sabe: pasan cualquier cosa en cualquier horario. Entonces, ¿cómo pretendes que el comercio sobreviva con los controles que son cero?”.

Carlis dijo que si llegara la necesidad de enviar a algunos de sus empleados al seguro de paro, ella se quedará a “subsistir hasta el último momento”, atendiendo el comercio “desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche”. “Es la fuente de trabajo de ellos la que está en juego y ellos lo saben, pero hay gente que no se da cuenta, y vive en un espejismo”.

Entre los vecinos y el bagashopping

Las peores tasas de desempleo del país se encuentran en el litoral oeste, según el último reporte del Instituto Nacional de Estadística (INE) divulgado a principios de diciembre. Para el trimestre móvil agosto-octubre, Río Negro presentó una tasa del 13,4%, seguido por Salto con 12,5% y por Paysandú, con 11,1%.

Para los comerciantes esto responde al efecto Argentina. Los números, en la diferencia de precios, resultan muy elocuentes. De acuerdo al último Indicador de Precios Fronterizos, publicado en noviembre y que elabora el Observatorio Económico de la Universidad Católica en Salto, el departamento salteño se encuentra 122% más caro en relación a los precios de Concordia. Este dato se puede trasladar a los precios en Colón (Paysandú) y Gualeguaychú (Fray Bentos), dijo a El Observador Gimena Abreu, una de las economistas encargadas del informe.

El estudio, que releva el precio de 60 artículos, no ha presentado “grandes cambios” desde hace más de un año. “Y se espera que se mantenga”, añadió. “Hay que entender que hay que acostumbrarse a vivir con esto y actuar en consecuencia”.

Las diferencias más pronunciadas, según el Indicador, están en bebidas alcohólicas y tabaco (201% más caro), comidas fuera del hogar (159%), bienes diversos –como el desodorante, champú, pasta dental, jabón o papel higiénico– (152%), alimentos y bebidas no alcohólicas (144%). También la nafta (140%) y el gasoil (187%).

Cercana al Salto Shopping y a la antigua terminal ferroviaria, se encuentra una estación de Ancap comandada por Luis Muguerza, un empresario y economista que cree que lo que sucede en la frontera con Brasil, con Artigas y Rivera, se asemeja a la realidad de los vecinos con Argentina. Más allá del éxito riverense con los free shops, “hoy en día son ciudades fantasmas prácticamente”. Y eso es lo que teme para el litoral.

“Cada vez hay menos lugares genuinos de trabajo en esta zona y no se toman medidas de base. Por la menor actividad económica que va a haber, se hace menos rentable producir o más riesgoso invertir. Entonces la gente se desplaza por otro lado”, comentó a El Observador en el escritorio contiguo al minimercado de su estación.

Sus ventas en nafta, desde marzo, bajaron un 50% –y eso que en el Litoral cuesta 30% menos que en el resto del país–, aunque hubo una mejora en la comercialización del gasoil de la mano de la expansión del sector agrícola y frutícola. Sin embargo, de ningún modo “compensa” aquellas pérdidas. “El cliente echa menos y no llena el tanque, generalmente. El cliente se mantiene, aunque la cantidad de veces que viene es menos, o echa 300 pesos para llegar a Concordia y hacer los 30 kilómetros hasta la primera estación”, explicó Muguerza.

Está “convencido” que se necesitan medidas profundas y “estructurales” para cambiar la pisada de la situación. Para ello, dijo, resulta clave habilitar la micro importación. “Genera competencia, como primera cosa. Tenemos un problema de precio relativo, con una serie de productos mucho más caros respecto a Argentina, productos que ya sabemos cuáles son. Estos en Uruguay están muy regulados, no hay libre importación. Son pocas las empresas o una la que trae. Por eso estamos pidiendo la micro importación para ese tipo de productos”, aseveró. Añadió que 600 personas escribieron y firmaron una carta al gobierno reclamando este mecanismo.

Además, tiene “muchas ventajas”, continuó. “Abarata el consumo de los ciudadanos, porque te da la opción de comprar a precio de Argentina. Segundo, el gobierno formalizaría la economía. Esos productos ya vienen y tenemos los precios bagashopping”, añadió en relación al muy conocido lugar de puestos de venta y que suele llamarse popularmente así, pese a que su nombre es Paseo de Compras.

La feria ilegal más grande de Uruguay está distribuida como en forma de triángulo entre la avenida Gobernador de Viana y Juan H. Paiva, con unas canchas de fútbol hacia el centro, con unos 500 puestos que ofrecen ropa, zapatos, alimentos, artículos de farmacia, etc. En general, la mercadería es argentina. Cada puesto, conectados entre sí por un pasillo, ofrece todas las formas de pago –efectivo o tarjetas–, y todos los empleados se muestran muy serviciales a la hora de atender a los clientes. De cualquier modo, allí no existe regulación.

Por tanto, se hace más concluyente contar con la micro importación, insistió Muguerza. “El Estado va a recaudar más, porque con esto se plantea pagar todos los impuestos, y por adelantado. También creemos que genera competencia y siempre el importador va a tener su ventaja al sumar un precio competitivo acá”, argumentó.

Para el empresario hay falta de “voluntad política” para abordar a fondo este asunto y también una “presión muy grande” de “cuatro o cinco empresas” que seguramente “tengan mucho poder”. “Se prioriza las ganancias de ellos frente al desempleo”, dijo.

Proyectó que en el término de dos años, entre Salto, Paysandú y Río Negro, se perderían entre 7.000 y 8.000 empleos más debido al efecto Argentina. En cuanto al costo fiscal, señaló que se estima entre impuestos de IVA y renta unos US$ 50 millones y el costo de BPS por seguro desempleo, y demás, sería alrededor de US$ 70 millones. “En total, un costo de US$ 120 millones anuales que se concretaría al final de un año y medio”, mencionó Muguerza, al frente de esta estación desde hace 10 años. “Todavía no vimos nada. Estamos en el principio, es de lo que nos tenemos que dar cuenta”, agregó quien, por ahora, no mandó a ninguno de sus 24 empleados al seguro de paro.

A la mitad o menos

La estación Ancap del centro de Fray Bentos de los Bordolli tiene 90 años de existencia. Los que llevan las riendas del negocio en la actualidad son la cuarta generación, y lo hacen desde una estación construida en 1948 (aunque la firma viene de 1932). La construcción tiene ese toque de aquellos años. “Ahora estamos mi madre, que ya está jubilada, y mi hermano. Ambos somos arquitectos”, relató Alejandro Bordolli a El Observador.

Concordó con que ha sido “negativo” el impacto de la diferencia cambiaria en la venta de nafta, pese al descuento del 30% que tiene el usuario del litoral en la compra de combustible. “Cargar o llenar el tanque en Uruguay te puede llegar a costar entre $ 2.500 a $ 3.000 y allá te sale la mitad o mucho menos. Por tanto, es muy difícil competir con eso”, resaltó. Su estación, desde la reapertura de los puentes, ha sufrido una caída de las ventas de alrededor del 30%.

Bordolli contó que durante la pandemia, en un momento de muchas muertes en la ciudad, los fraybentinos decidieron “replegarse” y la actividad era casi nula en la ciudad. “Teníamos que estar abiertos por la policía, por la salud pública. Debíamos brindar un servicio”.

Luego volvió a circular la frontera. Y esta realidad. “Hablo con mis colegas y la merma ha sido pareja para todos”, dijo. El futuro próximo no se presenta alentador, tampoco. No se vislumbra “ningún cambio a nivel gubernamental” en Argentina. “No sé qué va a pasar. Este suele ser cíclico”, aunque esto se va para largo.

Sin peaje

Unas cuadras más hacia el centro salteño, por Uruguay, la arteria principal, se encuentra en una esquina la pizzería Trouville. El sector gastronómico ha sido otro de los más perturbados por la diferencia cambiaria con Argentina. El gerente es Pedro Bortagaray, quien supo defender a la selección de fútbol naranjera y ha sido uno de los referentes de la noche de la ciudad en la época que gestionaba El Peñón, el boliche de moda de la década de 1980.

“El efecto Concordia en la ciudad de Salto se ha notado mucho, sobre todo, en la gastronomía”, aseguró a El Observador. A Trouville lo salva su ubicación céntrica, que le permite recibir turistas y viajeros, por lo que la “baja” se ha notado menos que en otros establecimientos gastronómicos. “No como para tener que empezar a achicar”. Por ahora.

Bortagaray piensa que una buena medida para desalentar las compras en la vecina orilla sería cobrar un peaje en el paso de frontera porque, a diferencia del puente en Paysandú y Fray Bentos, es gratis atravesar la represa de Salto Grande. “Sería una buena medida si te cobraran $ 500. No hay peaje; solo los camiones pagan”, contó. Otra prevención sería que los controles de la mercadería que se trae de Argentina fueran más cabales: “He visto sacar cosas pero tendrían que hacerlo más estrictamente”.

El gastronómico indicó que rubros como el de refrescos y cervezas o el de carnicería y panadería se mantienen en pie. No obstante, farmacia es “mucho más barato” en Argentina, “hay gente que se va a cortar el pelo”, acude a los centros de estética, al podólogo, al dentista, a tratarse con un traumatólogo, personas que se “han operado en Concordia porque la diferencia de precio es muy importante”. “Por ejemplo, acá sale $ 100.000 operarte los ligamentos cruzados; en cambio, en Concordia sale 15”.

“Hay que tener tiempo y paciencia porque te perdés un día. Alguien que trabaja en Salto no lo puede hacer. No sabés qué fila vas a tener a la vuelta y allá necesitás cierto tiempo para que te atiendan”, ejemplificó.

La contracara: las gomerías

Existe un negocio en el litoral uruguayo que sí florece gracias a los argentinos. En el que se da la inversa al resto de los artículos: con los neumáticos. Un conflicto en Argentina entre el Sindicato de Trabajadores del Neumático (Sutna) y las empresas fabricantes ha generado que cambiar la rueda de un vehículo en ese país se convierta en una odisea. Sus precios, en lo que va del año, subieron más de 150%.

Por tanto, resulta común observar automóviles argentinos en Salto, Paysandú y Fray Bentos visitando distintas gomerías. Eso sí, en el paso de frontera es probable que esos autos argentinos sean revisados por los aduaneros. En teoría, no pueden comprar en Uruguay y pasarlos hacia Argentina.

A Don José

En 2012 su hermano vislumbró que el negocio de la carnicería comenzaba a flaquear e ideó la construcción de un supermercado: el supermercado Don José, que hoy suma dos locales, uno a la entrada de Fray Bentos y otro en el centro de la capital del departamento de Río Negro.

Federico García tiene 40 años, dos hijas –Agustina de 20 y María Emilia de casi 7–, y un “pilarcito” como su señora Camila, su novia desde los 16. “Toda una vida juntos”, señaló. Ambos dirigen los supermercados. García, acomodado en su oficina del primer piso de uno de los negocios –el que está en el ingreso a la ciudad–, con vista hacia las góndolas, dijo que venían con un “tiempo de bonanza importante”, la época de la pandemia previa a la reapertura de los puentes.

“No había salidas, teatro, cine, eventos deportivos, y todo el poder adquisitivo que tenía la gente iba destinado hacia la canasta básica o la alimentación”, enfatizó a El Observador. Ahora, desde que volvió a abrir el puente General San Martín, las ventas en Don José cayeron un 20%. La baja resultó ser más evidente en la sucursal del centro, donde el poder adquisitivo de los clientes es mayor. Se explica porque son los que tienen más posibilidades de cruzar hacia Argentina: Fray Bentos de Gualeguaychú dista de 50 kilómetros (Paysandú y Colón, por ejemplo, se encuentran a 10 kilómetros de distancia) y un vehículo resulta más necesario para viajar.

La compleja realidad, sin embargo, no ha dejado de brazos cruzados a los García y compañía. Justamente, para verse “menos afectados” por los puentes, invirtieron en reformas y en “un montón de cosas”. En el local de la periferia se cambiaron pisos, se agrandó y se anexaron locales externos que terminaron formando un mini centro comercial.

Y siempre “le buscan la vuelta” para afrontar los desafíos, para pagar los $ 190 mil mensuales en luz de esa sucursal y los $ 700 mil en aportes al BPS cada mes (emplean 64 personas de forma directa), para aventar las escasas ventas en los artículos de higiene personal y de limpieza, y a la presencia constante del contrabando. Se pelea “varios frentes” y la creatividad debe estar al día: volantes con promociones, locución en las calles, ofertas constantes. “O sea, tenés que innovarte, renovarte e invertir”, afirmó García. Dijo que este año cortó la publicidad del supermercado en los medios, aunque, de ningún modo, detuvo las colaboraciones a una escuela, un liceo y a un equipo de baby fútbol del barrio.

“Es difícil ponerse del lado del comerciante y a su vez del lado del vecino común que va al otro lado a disfrutar, a pasear, y aprovecha para pasar por Carrefour y traerse el surtido”, agregó. El comerciante cree que la manera de “combatir” la dinámica es ofreciendo un servicio de calidad, y que establecer el cero kilo en la frontera “no es solución”. “Igual te van a pasar mercadería, y no te podés meter en el bolsillo de la gente; es totalmente entendible que si tenés la opción de pagar tres veces más barato, lo hacés”, dijo.

“Sé que es complejo, sé que afecta mucho la diferencia cambiaria. Se está atrasando también el circuito de pago. Influye en el cierre de empresas: tenía distribuidores de productos de limpieza que están cerrados. También restoranes. ¿Cómo vamos a terminar? Entre los comerciantes hay un malestar general importante”, continuó.

Además, entre los fraybentinos existe un fastidio con el vecino más allá del río Uruguay que viene de lejos por aquellos años en los que estuvo el puente cerrado por las protestas argentinas en contra de la planta de UPM. “Un poco más y te trataban de terroristas en Gualeguaychú; y ahora vamos y nos abrazan. Entonces, hay un poco de ese recelo de por qué antes no y ahora sí. Porque nosotros somos los que vamos y compramos”, explicó García.

Y así es como la relación de vecindario da para todo, con el juego de la conveniencia por la diferencia cambiaria de fondo. De cualquier modo, con buenos o no tan buenos vínculos entre los ciudadanos de un lado y otro, las presiones del comercio litoraleño uruguayo suenan como música predominante. La pregunta es cuánto aguantará.

Cristales

Referente en el sector de las ópticas –rubro afectado por el efecto Argentina– y de las joyerías, dijo que ha llevado adelante varias movidas en Paysandú y a nivel nacional para afrontar esta situación. Se refirió a los cristales de los lentes que en Colón salen mucho más baratos.

“Están ofreciendo lentes a un precio tres veces menor y te dan una tarjetita que te dice que es una garantía”, aseguró quien prefirió mantenerse sin identificarse. Si esos cristales son importados, como los de Paysandú, no pueden salir mucho menos del lado argentino. “Te dicen que te venden un Varilux a tres veces menos que acá. Es francés, es imposible, tendría que salir igual o más”, acotó.

A su vez, se quejó del free shop ubicado en la cabecera del puente internacional Paysandú-Colón, que parece gozar de un régimen distinto: “Ni siquiera estás 24 horas fuera del país y podés comprar con tu documento uruguayo. También tiene el mismo plan para pagar con tarjeta y 12 cuotas sin recargo”.

Informe elaborado por Pedro Dutour y Guillermina Urrutia para El Observador.

 



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